MATIDA DAFFEH


   
En este reto quiero hablar de una mujer africana de 39 años, originaria de una zona rural de Gambia y criada en el seno de una familia islámica y polígama. Para poder hablar un poco sobre su biografía y su figura he tenido que consultar alguna entrevista, distintos artículos que hay en internet sobre ella y su trabajo como activista por los derechos de la mujer en su comunidad. Por este motivo me resulta complicado hacer una exposición ajustada a todos los puntos que se piden en el reto; de modo que iré mezclando pinceladas de su biografía junto con lo que representa como activista.

    Según ella, se pasó toda su infancia acatando el orden social establecido, viendo cómo, por ser mujer, se tenía que hacer cargo de las labores de cuidado en su casa, mientras sus hermanos estaban totalmente exonerados. Tenía que callar ante la falta de derechos en cuanto a la elección de marido, la falta total de derechos reproductivos pues no podían decidir el número de hijos, si querían tener relaciones sexuales o no, incluso no podían decidir ni el nombre de sus hijos ni si el régimen de matrimonio era monógamo o polígamo. Además ha sufrido la ablación en su infancia, en varias de sus entrevistas habla de una manera cruda de esa experiencia traumática, sobre la que opina de manera tajante que es una práctica que persigue el control del deseo sexual femenino.

Habla también de cómo se interpreta el Coram en su país a favor de la opresión de la mujer. Ella tiene claro que la religión islámica en sí misma no es el problema, sino que lo es, la interpretación interesada que de ella hacen algunos hombres para justificar que las mujeres no tengan los mismos derechos en educación, libertad sexual, etc.

Su vida cambió cuando tenía 18 años pues empezó a colaborar con un proyecto canadiense relacionado con la salud, los jóvenes y la concienciación a través de charlas sobre el VIH, la malaria, derechos reproductivos, ablación.... Trabajando en este proyecto conoció a una mujer que estaba en su casa haciendo las tareas domésticas mientras tenía a un hijo pequeño muy enfermo de malaria. Esta mujer no quería llevar al hijo al hospital hasta que no acabase la comida y las tareas porque decía que si no su marido llegaría a casa y lo pagaría con ella, pidiendo incluso el divorcio. A partir de este suceso se dio cuenta de que quería formarse en estudios de género y desarrollo para ayudar a su comunidad a conseguir una igualdad más real. Lo hizo a pesar de las críticas mayoritarias de su entorno, que le desaconsejaban ese camino arguyendo que así ningún hombre querría casarse con ella. Muchas activistas se enfrentan a la exclusión social de su entorno por ir en contra de lo establecido.

    En 2013 vino a España invitada, junto a otras dos mujeres africanas, para hablar de lo que supone ser feminista en sus lugares de origen. Por esa época era responsable de género en una ONG gambiana (ADWAC) y nuestra Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo estaba llevando programas a Gambia, Senegal y Guinea Bissau programas para la mejora de cultivos y la alimentación desde una perspectiva de género. Matida incide en el hecho de que los cultivos y los trabajos rurales que son rentables se los quedan los hombres, mientras que las mujeres se hacen cargo de aquellos sectores que sirven para el sustento familiar. Además de que no son dueñas de la tierra que labran y de que tienen reservadas las tierras más pobres.

    En 2016 fue invitada a Toronto para asistir a un programa de liderazgo. Por aquella época ya era una reconocida activista en su país y tuvo lugar otra situación que cambiaría su vida. Un periódico local dio la falsa noticia de que Matida pretendía presentarse a las elecciones y disputarle el puesto al presidente Yahya Jammeh, el cual era conocido por apresar y torturar de manera rutinaria a activistas. La Agencia Nacional de Inteligencia la llamó para interrogarla. Según declaraciones suyas fue una situación muy peligrosa. Tuvieron que salir dirigentes políticos del partido opositor para confirmar que esa noticia no se ajustaba a la realidad. Una vez en Toronto pidió asilo político y así se quedó en Canadá para estudiar en la Universidad, alejada de su hijo, pues las mujeres no tienen ningún derecho sobre ellos. Dos años más tarde consiguió reunirse con él. 

    Su labor de concienciación ha sido muy positivo. En su propio entorno familiar, al conseguir que sus hermanos asumiesen labores tradicionalmente femeninas. En las comunidades rurales en las que desplegó sus charlas sobre salud y derechos femeninos, al conseguir que las mujeres fuesen poco a poco más conscientes de que las mujeres también son sujetos de derecho, que no hay que permitir que sean las familias que acuerdan los matrimonios, las que decidan si el régimen de matrimonio es monógamo o polígamo. También ha sido muy positiva su labor contra la mutilación genital femenina, de la que ella fue víctima. A pesar de que en muchos países está prohibida por ley, es una práctica muy arraigada y recientemente ha salido en prensa que diversos líderes políticos y religiosos se plantean despenalizarla de nuevo.

    A continuación dejo los enlaces de los artículos de los que me he valido para hablar un poco de la labor de Matida Daffeh y su persona. Los dejo en orden cronológico de aparición en la prensa.


Matida y Fatou o ser feminista en los pueblos de África Occidental (eldiario.es)

Mujeres africanas: la lucha por tomar la rienda de sus vidas (huffingtonpost.es)

«Se esconden tras la religión para permitir la mutilación genital femenina» | LA OTRA OPINION. (wordpress.com)

"Definitivamente, hay que cambiar el mundo": Matida Daffeh, defensora de los derechos humanos, habla de su camino hacia la convocatoria | Ex alumnos de la Universidad de Toronto (utoronto.ca)

«Se esconden tras la religión para permitir la mutilación genital femenina» | LA OTRA OPINION. (wordpress.com)

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